La importancia de la ubicación

julio 4, 2011 | In: Futuro, Localización, Motivación, Movilidad

Si la evolución de la tecnología ya era rápida, ahora se ha vuelto trepidante. Hace apenas unos años se empezaba a oír un término nuevo, el de la Web 2.0. Fue Dale Dougherty, fundador de la editorial O’Reilly Media, el que nombró así al renacimiento de la web, donde el diseño se centraba en el usuario, que se convertía en colaborador y generador de contenido en lugar de limitarse a observar. Hoy, sin embargo, sus propios creadores lo consideran un término obsoleto ante la llegada de la Web 3.0. Aquí es donde comienza el juego.

Con el crecimiento del consumo de contenidos digitales, la confianza en internet, y la aparición explosiva de los dispositivos móviles inteligentes (los smartphones), la Web 2.0 genera un volumen astronómico de contenido cada día. Según dijo Eric Schmidt, fundador y director general de Google hasta el año pasado, la gente produce cada 48 horas la misma cantidad de información que desde los inicios de la humanidad hasta el 2003.

Por si esto no fuera suficiente, aparecieron los nuevos teléfonos inteligentes llenos de sensores (acelerómetros, brújulas, GPS y hasta barómetros), con los que el contenido digital se comenzó a publicar asociado a datos de localización, lo que permitió un consumo de los contenidos digitales completamente nuevo. Ya no es necesario abrir el buscador para localizar un restaurante que “nos pille de camino”. Ahora nuestro móvil, que sabe dónde nos encontramos y que tiene acceso a un sistema en el que puede consultar dónde está casi cualquier cosa, nos dirá cual es el restaurante más cercano, aunque jamás hayamos estado allí o pensásemos hacerlo. Esta nueva forma de descubrir el mundo es la que hace posible la Web 3.0, una web que nos permite saber cuándo y dónde está lo que necesitamos. Este concepto también ha tratado de denominarse Internet de las Cosas, refiriéndose a un mundo en el que todos los objetos están identificados y localizados en todo momento.

No es difícil, por lo tanto, imaginarse lo que ocurre a continuación: aparecen multitud de oportunidades de innovación donde los más creativos pueden recrearse, las posibilidades de  la web que ya conocíamos aumentan, habilitando la evolución de los sistemas más tradicionales, y también cambia la sociedad y su modo de descubrir el mundo.

Pero la geolocalización, piedra angular de este cambio, no es, ni de lejos, un concepto nuevo. En 1854 el médico inglés John Snow frenó el brote de cólera más violento de Inglaterra con tan solo un mapa. En él marcó con cruces la ubicación de los afectados, permitiéndole localizar la fuente de la enfermedad: un pozo de agua.

Mapa de John Snow de 1854

Mapa de John Snow

Si bien el método no era rápido, su utilidad demostró ser enorme. Y, gracias a la tecnología, hoy en día es aún mayor, ya que ha permitido automatizar y acelerar enormemente el proceso, logrando que se puedan analizar áreas gigantescas incluso en tiempo real.

Ahora que la geolocalización no es cosa de unos pocos técnicos, sino que está al alcance de todos, el ecosistema de aplicaciones basadas en localización crecerá rápidamente, implementando nuevas y creativas funcionalidades sobre la misma base.

En este contexto es donde aparece el proyecto trazaME como apoyo al desarrollo de las aplicaciones de movilidad, acelerando el proceso para hacerlo productivo desde el principio.

El proyecto trazaME es un sistema inteligente de servicios basados en localización que permite a las aplicaciones que lo utilicen potenciar enormemente sus capacidades y su funcionalidad. Esto es posible porque trazaME realiza por ellas el esfuerzo de integrar las diversas tecnologías de localización que utilizan los usuarios, implementa operaciones frecuentes y comunes a todas ellas y, además, proporciona una vasta colección de operaciones de análisis y consulta de estos datos a través de una interfaz de gran interoperabilidad.

Como equipo estamos orgullosos de trabajar en un proyecto cuyo objetivo es facilitar el camino hacia un futuro prometedor lleno de nuevos modos de entender el mundo, acompañando al cambio desde sus primeros pasos.

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